Varias veces escuché las palabras “tienes que cambiar, hay cosas que no puedes perder a cambio de tu locura” pero si mi locura ha estado conmigo desde que la memoria me permite recordar, y me atrevo a decir que desde antes, ¿vale la pena dejar de lado algo que ha estado constante y permanente por algo temporal y sin constancia? Tal vez, hubo una temporada en que la misma locura me hizo pensar que sí, que es un arte aprender a dejar ir las cosas… pero hoy, hoy simplemente comprendo que así como hay que aprender a dejar ir, uno debe aprender a quedarse con esas cosas valiosas que la vida le pone enfrente y, que a veces pasan desapercibidas. Cosas simples, no sé, pueden ser: una sonrisa, un amigo, una oportunidad, un motivo más para seguir.
Me han contado varias cosas de la vida, cosas que a veces, parecen malas a primera vista u oída. Pero luego, con el tiempo, el entendimiento, la madurez, o cualquier cosa derivada le dan vuelta al sentido contrario. Puede ser por ejemplo que ayer no me gustaba el perfume que uso hoy. Que ayer disfrutaba de comer ciertas cosas que hoy no. Que ayer la tristeza era una parte común de mis días, y hoy, hoy el brillo de la luz solar no me permite dormir, y tengo que soñar despierta. El cambio es algo natural, espontáneo, y a su llegada, no hay nada más que hacer que tomar lo bueno, sonreír y disfrutar hasta que se vuelva a cambiar de página. A final de cuentas, el contenido, con cambios o lo que sea que intervenga, seguirá siendo: uno mismo.
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